El dinero de plástico


EL DINERO DE PLÁSTICO

Aunque a principios del siglo XX algunos comercios ya utilizaban tarjetas para facilitar el pago a sus clientes, no fue hasta mediados de la centuria que se inventó la tarjeta de crédito tal como hoy la conocemos. La extensión de su uso favoreció el comercio y reemplazó a otros instrumentos monetarios, como los cheques o, en menor medida, el dinero en metálico.

En la actualidad, gran parte de las transacciones se realiza con tarjeta crédito

C
uando en 1949 el financiero Frank X, McNamara tuvo que pasar por el mal trago de no llevar dinero suficiente para pagar una cena, nadie podía imaginar que de ese embarazoso episodio sufriría uno de los inventos cotidianos más utilizados en la actualidad: la tarjeta de crédito. Y es que, tras ese incidente, McNAmara, junto con otros dos socios, creó la primera tarjeta de crédito con la que se podía pagar en diferentes establecimientos, la Diners Club (por la palabra inglesa diner, <<comensal>>), que en 1951 contaba ya con 20.000 socios y que en 1967 podía utilizarse en la mayoría de los países desarrollados del mundo.

Sin embargo, antes del surgimiento de este tipo de tarjetas ya se habían ideado otros medios de pago parecidos que permitían prescindir del metálico, aunque solo podían utilizarse en determinados establecimientos comerciales. Por ejemplo, en 1914 la compañía estadounidense Western Union creó una tarjeta para sus clientes preferentes mediante la que podían conseguir crédito ilimitado. A lo largo de la siguiente década, la iniciativa se extendió a otras empresas, aunque el desarrollo de este tipo de productos se vería frenado por el desplome bursátil de 1929 y la inmediata crisis.

El siguiente paso en la evolución del dinero de plástico fue la posibilidad de poder usarlo en diferentes establecimientos, como la tarjeta pionera Diners, a la que seguiría en 1958 la American Express. La primera tarjeta de crédito de uso general llegaría en 1967 de la mano de un consorcio de bancos estadounidenses, Interbank, precursora de la actual MasterCard. En la misma época surgió, también en Estados Unidos, la BankAmericard (del Bank of América), antecedente de la actual Visa. Paralelamente, en 1967 se instaló en Londres el primer cajero automático.
Desde entonces, el crecimiento del uso de las tarjetas ha sido imparable y hoy en día almacenamos en nuestras billeteras un buen número de ellas con la que podemos realizar diferentes tipos de transacciones, aunque, en líneas generales, se pueden agrupar en tres categorías: tarjetas de débito, en las que el cargo se realiza de forma automática y se rechaza si n o se dispone de fondos: tarjetas de crédito, con las que es posible aplazar el cargo; y las tarjetas monedero, también llamadas  <<monederos electrónicos>>, que permiten almacenar una cantidad de dinero determinada e ir gastándola. Estas últimas se suelen usar para pequeños importes, como si se tratara de dinero de bolsillo, por lo que son habituales para los pagos en transporte público o máquinas expendedoras.
Tarjeta de crédito American Express
emitida durante la década de 1950
Símbolo De Estatus
A medida que se extendía el uso de las tarjetas de crédito, se desarrolló su papel como símbolo de estatus social. Las compañías emisoras de tarjetas dieron un aspecto diferente a aquellas otorgadas a sus clientes preferentes, que podían permitirse más crédito, y surgieron así las tarjetas oro y platino. Pagar con una de estas tarjetas representa lo que significaba hacerlo con un abultado fajo de billetes hace unos años o con un saco de monedas de oro hace siglos.

Una de las tarjetas de crédito más exclusivas 
del mundo es la Palladium, expedida por 
J.P. Morgan y fabricada en oro y paladio.








Amplio Abanico De Modalidades
 Dentro de cada grupo de tarjetas hay distintas modalidades y las entidades emisoras, tanto bancarias como compañías comerciales, lanzan continuamente nuevos productos con los que atraer a más clientes. A veces se relacionan entre sí, como ocurre con las tarjetas comerciales de fidelización, que pueden funcionar como tarjetas monedero con las que obtener descuentos, pagos a crédito, rebajas en otras compañías, etcétera.
La principal ventaja que ofrece a los usuarios la utilización de las tarjetas es la comodidad de no tener que llevar dinero en efectivo para realizar los pagos y, en consecuencia, también reduce la posibilidad de robo. Por otro lado, esta práctica permite a los Gobiernos tener un mayor control sobre los movimientos de capital, ya que las transacciones realizadas mediante tarjeta siempre quedan, de alguna manera, registradas.
A pesar de su enorme extensión, no han sido pocos los sectores de la población que han expresado su reticencia frente a las tarjetas de crédito, en buena medida por la desconfianza que les genera la falta de seguridad en los pagos, pero también por el peligro que conlleva su utilización sin control. Por otra parte, una de las sociedades donde más difícil ha sido la aceptación de este tipo de medio de pago ha sido en los países islámicos, puesto que la sharía, la ley islámica, prohíbe la usura y el préstamo con intereses. Así, no son pocos los bancos e instituciones financieras que operan a escala internacional y que han adaptado en determinadas zonas algunos de sus productos para que no imploquen pagos de intereses, como el dinero de plástico, y así no quebrantar los preceptos religiosos.
Imagen de 1960 en la que el actor cómico estadounidense
Marty Allen muestra su billetera con cuatro tarjetas de crédito
En los últimos años, el uso del dinero de plástico y de otros medios de pago aún más evolucionados, como mediante dispositivos electrónico como el móvil o la tableta, han experimentado un crecimiento exponencial, pero el pago con dinero en metálico todavía se mantiene y, aunque muchos economistas auguran su pronta desaparición, aún resiste, en parte por el empeño de los Estados en mantener la acuñación de moneda, que sigue siendo uno de los símbolos oficiales de la soberanía de un país.

Las Monedas Y Billetes De Plástico
Además de para la confección de tarjetas, el plástico también se usó para fabricar monedas en periodos en los que escaseó el metal necesario para su acuñación. Buena muestra fueron las realizadas en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, como las fichas de racionamiento, pero también se conocen un par de pruebas de 1942 de monedas de plástico de 1 centavo. Otro tipo de material plástico, el polímero, está cada vez más presente en la fabricación de billetes, como ocurre con la nueva serie de libras esterlinas británicas.  






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